La semana pasada hablábamos de un buen champagne elaborado
con pinot noir.
esas tierras del norte, donde da los resultados más emocionantes: Borgoña y su
Côte d’Or.
–presente desde esa etiqueta de aire añejo-, seguidor de los principios de la
biodinámica, cuyo vino genérico del 2009 ya comentamos aquí.
Una observación al
margen –ociosa para el iniciado: cuando hablamos de “genérico” o “básico” nos
referimos al vino que tiene la denominación “Bourgogne” sin la especificación
de la parcela concreta de la que se ha extraído la uva, frente a los “village”
que tienen la indicación del pueblo al que corresponde la uva.
Muchas veces,
sin embargo, más que la parcela –incluso cuando hablamos de los “premier cru” y
“grand cru”-, lo que es relevante es la persona con nombres y apellidos que
elabora el vino.

Introducciones al margen, este Bourée es el correspondiente
a la difícil añada del 2010.
Presenta un color rojo muy pálido con leve ribete
naranja.
La nariz es borgoñona clásica: cargada de fruta roja, de pimientas, de
notas florales, de cacao –ese cierto amargor- cuando el vino va abriendo.
En
boca es goloso, frutal –frambuesas-, con cierto frescor herbáceo, algún
levísimo tostado –apenas se aprecia la madera, respetuosa con la fruta-, notas
cárnicas, especiadas.
Es una añada con más aristas, más dura, que la más frutal
y opulenta 2009, mucho más fácil quizá.
austero, como la prosa de Azorín o de Pla.