En ‘Una borrachera cósmica’ el escritor y experto en etimología Mark Forsyth analiza la función social del alcohol y su consecuencia más destacable, la borrachera.
Mark Forsyth no pretende tanto hacer una apología de la borrachera, aunque esta sea bien entendida, como mostrar las trampas y los dioses que rodean el impulso humano de beber en exceso.
Con el subtítulo de ‘Una historia universal del placer de beber’ Mark Forsyth va dando respuestas con una visión sociológica, económica y política a cuestiones como; ¿Por qué los antiguos persas, cuando tenían que tomar una decisión política importante, la discutían dos veces: una borrachos y otra sobrios? ¿Por qué para los griegos emborracharse era la mejor prueba de autocontrol?, ¿cómo eran, en realidad, las tabernas en la Edad Media?, ¿y los rituales de la bebida en Oriente Medio?, ¿qué pasaba con las mujeres?, ¿será cierto que los vikingos bebían en cuernos?
Remontándose a la prehistoria de la bebida y a las costumbres etílicas de los sumerios, egipcios, griegos, vikingos…, hasta llegar a Australia, Rusia y la ley seca en Estados Unidos, Mark Forsyth va revelando los orígenes y las asociaciones culturales de determinadas bebidas alcohólicas para mostrar que la borrachera es un cúmulo de contradicciones porque le dice sí a todo: a veces es instigadora de la violencia y a veces de la paz, nos hace cantar y dormir, es la alegría de unos y la ruina de otros.
No existe otro estupefaciente cuyo consumo -ritualizado, legalizado y normalizado- permita observar más claramente la identidad y la jerarquía social. Y es que bebemos alcohol porque sí, en compañía, solos, en el bar, bebemos en las bodas, en los cumpleaños, después de los entierros, al salir de trabajar, antes de subirnos a un avión, a horas a las que tendríamos que estar durmiendo, para celebrar, para olvidar, bebemos, y bebemos, y volvemos a beber como los peces en el río.

Mira lo que bebes que te vigilo.
Para dar cuenta de la importancia del beber y de la borrachera nada mejor que una cita de Séneca, aquel filósofo romano que fue una de las principales figuras del estoicismo, que escribió en su ‘Invitación a la serenidad’; «Hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso una y otra vez. (…) Algunas veces incluso hay que llegar hasta la embriaguez, no de manera que nos disipemos en ella, pero sí para que nos serenemos. En efecto, deshace las preocupaciones, remueve el espíritu desde lo profundo y cura ciertas enfermedades, así la tristeza. Al inventor del vino se le llamó Liber, no por licencia de la lengua, sino porque libera al espíritu de la esclavitud de las preocupaciones y lo desata, lo refuerza y lo hace más audaz ante todas las inclinaciones. Pero, como para la libertad, lo saludable del vino es la moderación. (…) Pero no hay que hacerlo a menudo, para no conducir el espíritu a un mal hábito. Alguna vez, no obstante, hay que salir hacia la alegría y la libertad, y hay que hacer retroceder por un momento la tristeza y la sobriedad».
En definitiva, que ‘Una borrachera cósmica’ es un libro didáctico y, a ratos, divertido, que se olvida de las uvas, el ‘terroir’, las fermentaciones y demás asuntos en materia de alcoholes para centrarse en lo que no deja de ser uno de sus misterios; la embriaguez.
Editorial: Ariel Páginas: 228 Año: 2019 Traducción: Constanza Gutiérrez |