A medida que cumplía años Esdunai se ponía melancólico y cuando echaba la mirada atrás, hacia su pasado se acordaba de un poema de T.S. Elliot que aparecía en sus ‘Cuatro cuartetos’ y se le quitaban las ganas de cocinar y echaba mano de lo primero que cogía del frigorífico (heladera o refrigerador, para los latinoamericanos que me leen con atención no disimulada), por ejemplo, un yogurt desnatado sin lactosa.
En fin, que dice uno que yo me sé.

La cena para afrontar la lectura sobre los dones de la vejez.
El fragmento dice así, y lo pongo también en su versión original, que sé que me leen ínclitos anglófilos:
«Déjame enumerarte los dones reservados a la vejez
Para coronar el esfuerzo de tu vida entera.
Ante todo la fricción helada del sentido que expira
Sin encanto, sin ofrecer promesa,
Sino la amarga insipidez del fruto espectral
Cuando empiezan a separarse cuerpo y alma.
Y después la consciente impotencia de la rabia
Ante la locura humana y la laceración
De la risa frente a lo que deja de divertirnos.
Por último, el dolor desgarrante: revivir
Cuanto has hecho y has sido; la vergüenza
De motivos revelados muy tarde y la conciencia
De cosas mal hechas y hechas para daño de los demás
Que antes consideraste ejercicio de la virtud.
Entonces hiere la aprobación del necio y los honores deshonran.
De yerro en yerro el exasperado espíritu avanza,
A menos que lo restaure el fuego purificador
En que debes moverte a ritmo como un danzante.
El día estaba a punto de romper. En la desfigurada
Calle me dejó con una seña de despedida
Y se desvaneció al sonar la sirena.»

Mientras lee atentamente sobre los dones.
English Version:
«Let me disclose the gifts reserved for age
To set a crown upon your lifetime’s effort.
First, the cold fricton of expiring sense
Without enchantment, offering no promise
But bitter tastelessness of shadow fruit
As body and sould begin to fall asunder.
Second, the conscious impotence of rage
At human folly, and the laceration
Of laughter at what ceases to amuse.
And last, the rending pain of re-enactment
Of all that you have done, and been; the shame
Of things ill done and done to others’ harm
Which once you took for exercise of virtue.
Then fools’ approval stings, and honour stains.
From wrong to wrong the exasperated spirit
Proceeds, unless restored by that refining fire
Where you must move in measure, like a dancer.»
The day was breaking. In the disfigured street
He left me, with a kind of valediction,
And faded on the blowing of the horn.»