«Pollo asao, asao, con ensalada,…», se oyó cantar mentalmente Goseto Donosti mientras se preparaba para hacer, oh! dioses, un pollo asado ‘comme il faut’ para su querida Goseta Lola.
El no iba a comprar un pollo asado en el supermercado. Todavía sentía un respeto por esos animalitos que entregaban su vida para que los humanos pudiéramos seguir siéndolo.
Sabía que a Goseta le gustaba el pollo asado, con su piel churruscada y su pechuga seca.
Porque la puta pechuga siempre le quedaba seca. La pechuga.
Así que se cogió el pollo lo limpió de cualquier resto que tuviese. Herencia de su yaya que se volvía…, bueno, se volvía cuando veía un resto de plumas o de pelos en el bicho.
Y a él le quedó esa manía; limpiar el pollo como si en ello le fuese la vida y para eso habían inventado los quemadores manuales.
Por supuesto no quedo ni una víscera en el interior del pájaro que no vuela.
Después de limpiarlo y pasarlo por un buen chorro de agua del grifo lo secó con papel de cocina, ¿qué era esa guarrada de limpiarlo con un trapo, fuente todo él de contaminación alimenticia?.
Limpio el pollo, Gosero Donosti se dio cuenta de que estaba trabajando sin música. Y eso no podía ser.
Fue y se puso ‘Just In Time: The Final Recording’ de Buddy Rich, porque él era un sentimental y le gustaban las big bands de jazz.
Encendió el horno a190º grados Celsius para que se precalentase, como si un jugador de fútbol se tratase que van trotando por la banda y haciendo aspavientos con los brazos.
Partió el limón en dos mitades. Con una de ellas hizo zumo de limón y la otra mitad la partimos en cuatro partes en un evidente proceso dicotómico.
Peló las patatas y las cortó en rodajas y con ellas preparó una cama en la base de una bandeja de horno. Le añadió sal.
Saló el pollo por dentro y por fuera. Lo puso en la bandeja encima de las patatas con la parte plana hacia arriba (la barriga del pollo) y le puso pimienta negra.
Al zumo de limón le añadió una cucharada de orégano, mezcló bien y pintó el pollo como si de un trabajador de la construcción se tratase, porque Goseto Donosti siempre, bueno, no, siempre no, había sido obrerista (o algo así).
Peló los ajos y en un mortero los aplastó un poco, para que se abriesen. Los metió dentro del interior del pollo junto con las cuatro partes de limón obtenidas del proceso dicotómico.
También le metió dentro unos orejones, que le iban a dar un toque dulce muy rico
Regó, como el buen jardinero que era, las patatas y el pollo con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. Añadió un poquito de agua, en la fuente.
Añadió las ramas de tomillo por la bandeja encima de las patatas.
Metió el pollo ya preparado en el horno y lo dejó hornear durante 45 minutos. Puso el reloj del horno para que no se pasase.
Durante ese tiempo se puso en plan Pepe Carvalho y se dedicó a tirar libros que tenía en su biblioteca, que ya casi no podía admitir más.
El no tenía chimenea, pero si basura, con un cubo dedicado al papel y el cartón, porque era obligatorio ser ecologista y había que reciclar para que algunas empresas presentasen buenos ejercicios económicos.
Vio ‘Gloria Bendita’ de Juan Madrid y fue a la basura sin temor ni temblor. Demasiado sectario y recordaba la vergüenza que pasó leyendo algunos capítulos.
Y no dejó tampoco ‘Emocionarte’ de Carlos del Amor, que no le había emocionado nada y sí aburrido bastante (siempre se preguntó si ese hombre odiaba a los escultores).
Y se espantó de comprobar que tenía todavía ‘Rompamos el hielo’ de David Safier Safier, un libro que no sólo era malo sino peor. Le dio un pequeño mareo comprobar que todavía tenía ese horror. La basura le esperaba.
Escuchó la alarma del reloj del horno.

Así se iba a poner Goseta Lola con el pollo asado.
Sacó con cuidado el no-volatil y le dio la vuelta.
Le añadió pimienta negra molida por encima y lo volvió a pintar con la mezcla del limón y del orégano que le quedaba.
El pollo volvió al horno y lo dejó otros45 minutos más.
A ratos iba comprobando si le faltaba agua a la bandeja.
Entre mirada y mirada ojeaba ‘La buena cocina’ de Karlos Arguiñano, para ir cogiendo algunas ideas.
Cuando paso el tiempo sacó el pollo del horno y vio que aquello iba a estar bueno y que a Goseta Lola le iba a gustar.