Perdona cariño, pero esto que me has puesto aquí, en esta tabla de cortar carne es, acaso, tal vez, un grupo, un conjunto de higos con Parmigiano Reggiano –preguntó no sin cierta estupefacción el Marido.
Sí, mi amol, es una receta muy sencilla de ensalada con higos y eso queso italiano que tanto te gusta- respondió la Mujer.
¡Pero tú no sabes que yo, súbdito de su Graciosa Majestad no como higos porque tiene muchas pepitas y que me pueden producir una diverticulitis!!- bramo el marido.
Si cariño, lo sé, pero ya va siendo hora de que superes tus miedos y te atrevas a comer otra vez productos con pepitas –dijo en tono tranquilo la Mujer.
O, sea, que quieres…-empezó a decir el Marido
Pero la Mujer le cortó, suavemente diciendo; Mira Cuchi-Cuchi
¡¡No me llames Cuchi-Cuchi, que sabes que lo odio!! –rugió el Marido
Mira Cuchi-Cuchi –dijo la Mujer tranquilamente- esta receta es una ensalada mixta de higos y Parmigiano Reggiano y me tenido que limpiar dos cogollos de lechuga y cortarla en trozos grandes.
Después he cortado los tomates en rodajas pequeñas y los higos en cuatro partes, tras quitarles la cáscara, porque sé que eres muy sensible con eses coses (a la Mujer se le escapaban palabras en catalán después de haber estado viviendo una temporada en Cataluña, patria de Eduardo Mendoza y Juan Marsé, escritores que ella admiraba mucho).
Por último, he combinado todos los ingredientes de la ensalada (los cogollos, tomates pera, tomates amarillos e higos) en una ensaladera grande, y los he sazonado con aceite y sal.
Y he terminado el plato con lascas de Parmigiano Reggiano y semillas de calabaza.
Y a mi que me importa…-empezó a decir el Marido.
Y justo en ese momento Leo Donosti se despertó y pensó: Tengo que cenar algo ligero porque igual mi subconsciente me quiere decir algo con estás pesadillas gastronómicas