Cuando Leo Donosti descubrió que a su abuela, a su querida yaya con la que tantas veces había dormido de niño en su cama, le gustaba el brócoli el corazón le dio un vuelco.
¿Cómo era posible?, ¿cómo una mujer con los pies tan bien plantados en el suelo (aunque algunas veces la cabeza se le disparase) podía disfrutar (¡disfrutar!!) comiendo brócoli? Era impensable, pero la prueba estaba ahí.
Con la letra redondilla que le caracterizaba a su yaya, leía estupefacto la receta de Ensalada templada de brócoli, patatas nuevas y Parmigiano Reggiano que había escrito en un papel verjurado
Leyó: Saltear el brócoli sin sus tallos en una sartén para conservar su color (ese color verde que tanto le gustaba a su nona,, pensó) y mantenerlo ligeramente al dente.
Hervir las patatas hasta que estén cocidas, unos 15 minutos, y luego escurrirlas.
Preparar el aderezo de salsa verde.
Hacer una pasta de ajo machacándolo con sal. Añadir las hierbas – albahaca, estragón, solo las hojas- y a las anchoas y picarlas finamente.
Poner en un bol y mezclar con la mostaza, el zumo de limón, el aceite de oliva y la pimienta negra. Dejar a un lado.
Tostar las avellanas en una sartén seca durante unos minutos hasta que huelan a tostado y hayan tomado un poco de color. Usar un mortero o similar para aplastar las avellanas.
Calentar dos cucharadas de aceite de oliva en la misma sartén.
Añadir el brócoli y la cebolla en rodajas y un chorro de agua. Cubrir y saltear al vapor durante aproximadamente cinco minutos hasta que el brócoli esté cocido al dente. Quitar la tapa y hervir el agua que quede en la sartén. Sazonar y vaciar en un recipiente grande.
Cortar las patatas en rodajas gruesas y añadirlas a la cacerola, con un chorro de aceite de oliva si es necesario. Freírlas durante un par de minutos para recalentarlas. Sazonar bien. Añadirlas al bol. Agregar el aliño al bol y mezclar todo con las manos.
Para servir –también tenía que poner esto su yaya, ella siempre tan meticulosa con todo.
Dividir la ensalada entre dos platos calientes.
Espolvorear con las avellanas y añadir lascas de Parmigiano Reggiano sobre las dos ensaladas. Rociar con un poco más de aceite y servir con la otra mitad de limón, cortada en dos cuartos, si se requiere más acidez al gusto.

Que vas a comer brócoli!!!??
Tras esta desgarradora lectura de la reetaq de Ensalada templada de brócoli, patatas nuevas y queso, de la que no quiso entender ni la mitad de la receta, Leo Donosti pensó que, acaso, tal vez, pudiera ser que, esa receta la hubiese pensado para algún enemigo, por ejemplo para aquel que le quiso conquistar con halagos populistas cuando su tercer marido se fue a pescar pulpo a la Maldivas.
Sí, seguro, porque Leo Donosti sabía que el brócoli, que él siempre se negó a cultivar en su huerto, donde cultivaba nabos para el conejo de la Lores, esa Dicotiledónea Magnoliopsida que sólo puede anunciar el fin del tiempo.