Sí, ya sé que ahora todo el mundo habla de la tarta de queso de La Viña, –ya sabes, ese afamado bar de la Parte Vieja de Donostia, pensó Goseta Lola.
Pero nadie es perfecto, que dijo Osgood, siguió pensando y yo también la voy a hacer. Por probar. Por decir que tal.
Y Goseta Lola empezó a cantar:
«Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa
Y ahora está tan cerca, casi ya la puedo oler
Y espero cada vez más próximo al final
Ya puedo sentir tierra seca tras la tierra mojada
Y no me da la gana de pensar que nada es para siempre
Si esta canción se acaba que acabe el mundo para todos
Todos somos nada; sin las palabras, dime, ¿qué nos queda?»
Mientras Goseta Lola cantaba ‘Tierra’ de Xoel López, empezó a pesar los ingredientes con los que iba a hacer la famosa tarta de queso de la Viña.
Pesó y junto 570 g de queso crema, cuatro huevos, 230 g de azúcar, 280 ml de nata líquida (mínimo 35% de grasa) y una cucharada de harina de trigo (no estaba especificada que fuese de fuerza).
Batió para homogeneizar.
Y Goseta Lola seguía cantando a cara de perrita:
«Y vuelven algunas rimas a mi mente cansada
Partes de guiones que creía olvidadas
Melodías que una vez pensé que iba a perder
Se tornan ahora bellas y valientes sinfonías»
«Y vuelven algunas rimas a mi mente cansada
Partes de guiones que creía olvidadas
Melodías que una vez pensé que iba a perder
Se tornan ahora bellas y valientes sinfonías»
Forró un molde de 18 cm y paredes altas con papel sulfurizado humedecido y arrugado (para que sea más maleable).
Dejó que sobresaliese el sobrante.
Y Goseta seguía cantando:
«Y hace tiempo que yo ya me fui, yo siempre me estoy yendo
Pero siempre estoy contigo, aunque a veces pienses que no hay nada
Cuando me quedo mirando como si estuviera ausente
Es porque estoy viajando, no pienses que voy a perderme»
«Sí, ya sé que el mundo seguirá girando cuando ya no quede nada
Y nosotros vaguemos por la historia como simples hombres solitarios
Reyes que perdieron todo, todo lo que tanto amaban por quererlo demasiado»
Vertió la mezcla en el molde y coció en la parte baja del horno, precalentado a 200ºC, durante 40 minutos.
Cuando estuvo cuajada la tarta (ya sabes, que salga limpio el cuchillo, o el palillo, o…) apagó el horno y dejó enfriar en su interior.
La guardó en la nevera hasta el momento de comérsela.
Y Lola siguió cantando:
«Y lo intento cada día, ser todo lo que había imaginado
Y me encuentro que la vida siempre tiene algo preparado
Que supera cualquiera de mis fantasías
Nada comparado con lo que realmente sucedía
Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa
Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa»

Dime algo que no sepa.
Y no quedó nada de esa tarta de Ka Viña (más o menos).
Y Goseta Lola fue feliz y se fue a echar una hermosa siesta.
(La melodía como que ya vosotros mismos la ponéis).
Año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de dos mil veintiuno años, del noveno día del mes de febrero de dicha era.
Vale.